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IreneSaez

OS ECHO DE MENOS

Familia y amigos

calles de mi pueblo

juegos de mi infancia

os echo de menos.

El cielo de julio

la luna de enero

los campos y valles

las lomas y cerros.

¡Como os añoro!

¡Como os recuerdo!

BELORADO

BELORADO

"Belfuratus" llama a esta población, situada a orillas del río Tirón, el Codex Calixtinus"- De origen romano, en el siglo IX forma parte de la linea de fortalezas fronterizas del condado castellano. En el siglo XII, Alfonso I de Aragón le concede fueros, siendo importante plaza medieval. A la entrada se alza la ermita de nuestra Señora de Belén, de claras resonancias jacobeas, en el mismo lugar donde estuvo un antiguo hospital de peregrinos, el llamado de los "Caballeros". Con el mismo fin caritativo se levantó el hospital de San Lázaro y de la Misericordia, situado a la salida de la población. En el centro, muy cerca de su plaza mayor, existió el convento de San Francisco, fundado en 1250 y reedificado en el siglo XVI, donde la tradición recuerda la estancia de San Bernardino de Siena en su peregrinación a Compostela. Su iglesia de Santa María es una buena construcción renacentista del siglo XVI, y en ella se encuentra un altar dedicado a Santiago. Sobre la villa, en lo alto, quedan las ruinas de castillo -antaño límite con Navarra-, y excavadas en la roca caliza las cuevas donde la tradición sitúa el retiro de San Caprasio. 

DEL LIBRO -VISITA BURGOS Y SU PROVINCIA- DE JUAN RUIZ CARCEDO-

LA BUREBA

Es para Azorín, "el corazón de la tierra de Burgos" y de todas las regiones naturales de España una de las más bonitas. Y razones no le faltan. Situada al noreste de la provincia burgalesa, la Bureba es una de las comarcas mejor definidas en cuanto a paisajes, rica en historía y generosa en gentes, monumentos y recuerdos. Aunque cerealista, corren estas tierras numerosos ríos y arroyos que la hacen fértil y le permiten el cultivo de frutales. La capital de la comarca es Briviesca y en torno a ella suenan, sonoros y rotundos otras villas y lugares cargados de ensoñaciones. Rica y generosa en recuerdos que se pierden en la noche de los tiempos y en lenguas hoy desconocidas que le dieron nombre. Bureba y Briviesca lo toman de una divinidad ancestral, Vurovio, dios de los autrigones. Por estas tierras pasaron pueblos celtas, los romanos trazaron calzadas, establecieron villas y poblados y las corrieron godos y árabes hasta que, en los albores de la Edad Media, una linea defensiva de castillos roqueros conforman la primitiva Castilla. En la comarca burebana se entra, desde Burgos, por la carretera N-1, pasando el Puerto de la Brújula (981m.) conocido en la antigüedad por el alto de la "cuculla", hasta que en 1791 el rey Carlos III mandó poner aquí una brújula para guia de caminantes. El artificio terminó por imponer su nombre al alto, aunque el calificativo de puerto le sigue quedando grande. Aquí los romanos encontraron la ciudad autrigona de Tricio-, citada en el -Itinerario de Antonino-  y por aquí hicieron discurrir la via de Aquitania, junto a la calzada que unia Zaragoza con Astorga. 

ESCRITO DEL LIBRO -VISITA BURGOS Y SU PROVINCIA -DE JUAN RUIZ CARCEDO  

BURGOS, MI TIERRA

LA CATEDRAL EN EL CORAZÓN

Ante la fábrica maravillosa de la catedral -dice Teófilo Gautier: "Aunque se mirara dos años seguidos no se vería todo; es algo gigantesco como una pirámide y delicado como una joya femenina, y no se comprende cómo tal filigrana puede sostenerse en el aire durante siglos y siglos... Burgos tiene una catedral que es una de las más bellas del mundo". 

SU PROVINCIA

Al norte de la Comunidad Autónoma de Castilla y León, la provincia de Burgos, con sus 14328 km  -una de las más grandes de España-, presenta a los ojos del visitante una diversidad de paisajes de acentuados contrastes, lejos de aquella definición simplista de parameras y tierras mesetarias. Característica fundamental de la provincia es su heterogeneidad, contrastando la zona de llanuras en el centro y sur, tierras de cereal que se extienden por los páramos, desde La Lora hasta las orillas del Duero, cerca de Aranda, con las montañas del norte y noroeste, últimas estribaciones de la Cordillera Cantábrica, y las elevaciones rocosas del Sistema Ibérico, con los grandes bosques de pinares en la Sierra, y los fértiles valles de La Bureba y cuenca alta del Ebro, al norte. Su peculiar orografía determina, en la geografia peninsular, las divisorias de aguas de las vertientes cantábrica, atlántica y mediterránea. El Ebro, al norte y el Duero al sur, riegan con su multitud de afluentes la provincia, dividida en tres cuencas: al norte, en el valle de Mena, el Cadagua entrega sus aguas al Nervión, camino del Cantábrico. El Ebro, por los antiguos partidos de Sedano, Villarcayo, Briviesca, Belorado y Miranda, riega unos 4882 km de la provincia, en sus 145 km de recorrido. Por último la cuenca del Duero -el gran "Padre Duero" de nuestros poetas- comprende el resto de la provincia, dos tercios, discurriendo sus aguas desde La Vid hasta Roa, pasando por Aranda, y recogiendo las aguas fuera ya de nuestra provincia, del Arlanzón y Arlanza, rumbo al Atlántico. Situada la provincia burgalesa en la meseta septentrional, con alturas medias superiores a los 800 metros y abierta a los vientos, su clima continental presenta también fuertes contrastes, con inviernos largos y fríos y veranos cortos, aunque calurosos. La variedad del clima, con diferencias extremas aún dentro del mismo día, nos obligará, en nuestra visita a Burgos, a ser cautos, y venir prevenidos de ropa de entretiempo. Aunque no es tan fiero el león como lo pintan, pues el ambiente seco hace llevaderas las heladas en días de cielos azules, lejos de las incomodidades de los lugares húmedos. Según y cuando sople el viento, nuestros abuelos conocen el tiempo que va a hacer: si sopla el norte, que aquí llamamos cierzo, frío; si el sur o ábrego, templado; si el regañón, que viene del oeste, lluvias y si sopla del sur-este, el solano, calores secos y sofocantes. La variedad de su orografía ofrece variedad de paisajes. Al norte, las cumbres de Ordunte parten divisorias entre el valle de Mena en Burgos y el valle de Carranza en Vizcaya, con vistas, en días despejados, del Cantábrico, entre Laredo y Santoña. Crecen en estos valles el roble, la haya, la encina, el boj y el acebo, entre repoblaciones de pinos y eucaliptos. Y entre las cornisas rocosas vuelan las rapaces y corre entre los bosques el jabalí, el corzo y entre la espesura, el lobo. Algunos ejemplares de nutria tienen aquí, en las proximidades de los ríos, su hábitat. Tierra de pinares, la Sierra de la Demanda y Neila, situadas en el extremo sur de la Cordillera Ibérica, al Suroeste de la provincia, ofrece la belleza de sus paisajes montañosos por los que corren los ríos Arlanza, Arlanzón, Najerilla, Oca, Tirón y Pedroso, entre bosques de hayas, robles, abedules y pinos. Dominando la Demanda, el San Millan, con sus 2131 metros de altitud, el pico más alto de Burgos. La Campiña en la Sierra de Neila, alcanza los 2048 metros, en los humedales de las Lagunas Altas, cerca ya de los Picos de Urbión. Declarada la Sierra de la Demanda Reserva Nacional de caza, entre su abundante fauna destacan el corzo, el ciervo y el jabalí, sin olvidarnos del conejo, la liebre el zorro y el lobo. En contraste, pequeños altozanos pelados y tierras de labor, extienden la monotonía de su paisaje, adusto, y mesetario en el oeste de la provincia, entre cultivos de cereales, y eriales donde florecen tomillos y junto a los riachuelos carrizos y espadañas. Cerca de los humedales de Melgar de Fernamental, por donde discurre el Canal de Castilla, se reproducen la avutarda, los sisones, las ortegas y la perdiz roja. Entre los mamíferos el conejo, la liebre y el zorro. Otros espacios naturales y paisajes sobresalientes los iremos descubriendo a lo largo de nuestra visita por tierras de la provincia de Burgos.

DEL LIBRO -VISITA BURGOS Y SU PROVINCIA- DE JUAN RUIZ CARCEDO

Que lejos estaban algunos poetas como Rosalia de Castro o  Antonio Machado cuando escribian:

Solo ponzoñosas charcas / sobre el ardoroso suelo / tienes, Castilla que mojen / esos tus labios sedientos. / Que el mar te dejó olvidada / y lejos de ti corrieron / las blandas aguas que traen / de plantas cien semilleros. / Ni árboles que te den sombra / ni sombra que preste aliento... / llanura y siempre llanura, / desierto y siempre desierto... / En verdad que no hay, Castilla, / nada como tú tan feo, / que mejor aún que Castilla / valiera decir infierno.
NO HAY DUDA QUE ROSALIA ESCRIBIÓ SEMEJANTE POESÍA EN UN MAL MOMENTO. ELLA ERA UNA EXCELENTE POETISA. POR SER DEMASIADO LARGA SOLO HE ESCRITO UN FRAGMENTO.

TAMBIÉN ANTONIO MACHADO QUE TANTO Y TAN BIEN ESCRIBIÓ, FUE  DEMASIADO LEJOS CUANDO AL POETIZAR A CASTILLA, LANZÓ UNOS VERSOS, NO MUY AGRADABLES PARA CUALQUIER CASTELLANO.

Castilla miserable, ayer dominadora, / envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora. / ¡Oh, tierra triste y noble, / la de los altos llanos y yermos y roquedas / de campos sin arados, regatos ni arboledas; / decrépitas ciudades, caminos sin mesones, / y atónitos palurdos, sin danzas ni canciones.

El burgalés siempre ha danzado y siempre ha cantado. Hasta un centenar de danzas autóctonas tenemos en nuestros pueblos, muchas de ellas con acompañamiento coral. Son danzas que ya existian allá por el siglo XVI, ya que hay documentación que habla de ello. Y esas danzas persisten, con igual encanto y sencillez que tuvieron en las ignoradas y lejanas fechas de su nacimiento.  

                                                                                

EL TRIUNFO DEL CID

POESIA DE DON JOSE MARIA DE HEREDIA (1842-1905) DEDICADA AL CID, EN LA QUE CITA A BELORADO, SALDAÑA Y CASTIL DE CARRIAS. HIJO DE PADRE CUBANO Y MADRE FRANCESA

Tiene el real palacio las puertas franqueadas y el buen rey don Fernando sale para acoger al joven jefe que entra con sus viejas mesnadas. / Abandonan el claustro, la campiña, el taller..., el mercader, el clérigo, el labrador inculto, y al balcón las mujeres asómanse por ver al que ha vengado a Cristo del agareno insulto: / Rodrigo de Vivar que de la morisca tierra vuelve a Zamora henchida de un alegre tumulto. / Doquier al divisarle el turbante se aterra, y en su corcel ligero cual la cebra rayado, huyó el jinete alarbe en la reciente guerra. / Todo lo ha destruido, maltrecho y saqueado del Ebro al Guadiana: la nava y el alcor: / y llegan ayes fúnebres del Algarbe incendiado. / Su botín es inmenso, mas su gloria es mayor;  porque son los más bravos Reyes de Berbería sus cautivos y llámanle el Cid Campeador. / Asi Rodrigo escucha la alegre griteria de la plebe que aclámale defensor de su ley al entrar en Zamora un despejado día. / Y cuando los heraldos anunciaron -¡El Rey!- el clamor fue tan grande que cuervos y cornejas salieron a cernerse sobre la inquieta grey. / Y de pie don Fernando so las puertas bermejas  en el umbral paróse deslumbrado un minuto, para escuchar los vítores gratos a sus orejas. / Y al avanzar contento del popular tributo surge de entre el enjambre que entusiasta delira una mujer muy pálida con las ropas de luto. / Destellando sus ojos amoratados de ira bajo el velo esparcido de sus cabellos rojos, gritó con voz turbada por las lágrimas -¡Mira!- / ¡Oh señor, reconóceme! Heme a tus pies de hinojos. Mi padre ha muerto. Era vasallo fiel. Castiga Fernando aqueste crimen que causa mis enojos. / Del Rey he de quejarme si el dolor no mitiga que me mata, y más tiempo quiere hacerme esperar la venganza a que un santo juramento le obliga. / Están ¡oh Rey! mis ojos cansados de llorar y el odio que en mi pecho inflamado se esconde, la garganta me anuda y me fuerza a gritar. / Al punto la venganza dicta aquí mismo, en donde está quien a mi padre privó de su denuedo. Y el pueblo repetia. -Es la hija del Conde.- / Ella arrogante irguiéndose, mostraba con el dedo a Ruy que en su silla clavado, a la doncella flechaba con mirada rutilante y sin miedo. / Y los ojos del hombre con los claros de aquella que acusábale, entonces se encontraron así cual dos hierros que abortan una doble centella. / Don Fernando perplejo y torvo estaba allí y pues ambos derechos del juicio, en la balanza pesan igual, gran pena siente dentro de sí. / El pueblo silencioso en derredor avanza y el viejo Rey contempla con los ojos severos sobre la turba el brillo de las puntas de lanza. /El botín custodiado mira a los caballeros -espada al puño y cota al pecho damasquina- que en torno al Cid impávido se agrupan altaneros. / Y al pie del estandarte consagrado en Medina ve cautivos ganados en Miramamolín, cinco emires vestidos de seda tunecina. / Y tras ellos diez negros con labios de carmín, llevando cada uno un árabe corcel. Exclama, a la clemencia propenso, el Rey al fin: / -Ha vengado a su padre, a vencido al infiel.- y viendo que ella sigue inculpando a su amante, Fernando se acaricia la barba y se dice para él: / -¿Quién es justo en juicio semejante?- Como a sus pies Gimena lamentara su suerte, ofrecióle la mano y le dijo galante: / -Levántate, hija mía, sosiégate y advierte, que de un Rey de Castilla para el ánima buena, de tus ojos las lágrimas, son un arma muy fuerte. / Vivar me es caro. Azote de la hueste agarena ha sido; mas yo quiero oír tu ruego insistente; morirá si lo ansías. Es ya tuyo Gimena. / Si lo mandas, el hacha ha de herirle obediente.- Ruy Diaz la miraba sin miedo y sin enojos. Ella cerró los ojos y doblegó la frente. / Y afrontar intentando en vano sin sonrojos el mirar del caudillo que no hay brazo que venza, al par que bajó la alba frente cerró los ojos. / No es ya la hija orgullosa del Conde. Ya comienza a encenderse su rostro, menos arrebatado por inflexible encono que de amor y vergüenza. / -A tu padre la vida arrancó un brazo armado por el Honor- ¡Dios haya tenido piedad de él! El hombre aplaude el golpe que el Rey ha condenado. /No vale menos la honra de Laín Calvo y del Cid, incólume como la de mis ascendientes, que la sangre que dora tu cabello buriel. / Yo el perdón le concedo si en olvidar consientes. Que Gormaz y Laínez vean su árbol fecundo por vosotros de ramas florecientes. / Habla y a una palabra de tu boca, yo fundo para Ruy, Señoríos en BELORADO, SALDAÑA Y CASTIL DE CARRIAS. Y viendo de Gimena el silencio profundo, preguntóle Fernando: / -¿De tu amor infantil no sientes en el alma memoria que en pro arguya?- el Rey así expresa generoso y sutil. Y ha temblado la mano de Gimena en la suya.

En todos sus poemas, Heredia presenta los acontecimientos dramáticos con exactitud, evitando todo comentario personal y toda implicación filosófica. Maestro del soneto francés su poder sugestivo es intenso.

Traducción en verso castellano y prólogo de Antonio de Zayas.

ARTE EN CASTIL DE CARRIAS

Reportaje escrito por don Albano García Abad -Diario de Burgos- 30 de Octubre 1988

La pena que me invade al escribir sobre este aspecto de la historia de Castil de Carrias, es que prácticamente todas las obras de arte han desaparecido. Algunas eran muy buenas. ¡Si al menos el trabajo de estudiarlas se viera recompensado por la alegría de poder contemplarlas! Pero es imposible. Los papeles donde encontré los datos siguientes eran unos folios sueltos de fines del siglo XVI, que debian pertenecer al Primer libro de Fábrica. Dice un apunte de 1606 en uno de esos folios, -Johanes de Coladillo, Beneficiado de Castil de Carrias, digo que es renotorio que se ha hecho un retablo en la dicha iglesia a mi costa, que costó 14.373 reales, conforme a la tasación que hizo el señor Provisor en 14 de Marzo de 1606 por los señores Luis Gabeu y Lope Mendiete, arquitectos de la ciudad de Burgos, que pasó ante Antonio Lopez. Los cuales pagué a Martín Ruiz de Cabiate en 18 de Marzo de 1606 a cuenta de los bienes de la Fábrica. Juan Coladillo.

El retablo era sin duda una buena obra, pues sus autores eran dos grandes artistas: Luis Gabeu y Lope de Mendiete. De Lope de Mendiete sabemos que era discípulo de discípulos de Gregorio Hernández. Era vasco o navarro, aunque el documento dice que era vecino de Burgos. Trabajó y tiene buenas obras en Laguardia, Alava, Logroño, y la catedral de Calahorra.

De Juan Coladillo, que dice haberlo hecho a su costa, aunque más bien fue a costa de la Fábrica, era el cura de Carrias. Buena parte lo pagó en grano de trigo y cebada. Lo que sí pagó a su costa fue el sepulcro con lucillo y arco que hizo al lado del evangelio para su enterramiento. Lo hizo en 1633, y pagó la obra a condición de que se le concediera enterrar en aquel lugar y de esa manera. Yo lo he conocido todavía y era buena obra. Supongo que ya no existirá, pues también fue saqueada. ¡Que iban a encontrar en el sepulcro de don Juan de Coladillo, si gastó sus ahorros en labrarse su tumba!

En el retablo mayor había una buena escultura de La Asunción. La hizo, según apunte del Libro de Fábrica, don Francisco Gauna Castro Perez, el año 1638. Dice el dato: -Don Francisco de Gauna Castro Perez, señor de la villa, da cien reales para el día en que se dore la imagen de Nuestra Señora de la Asunción, que se hizo a mi devoción y está en el retablo-. Otro documento del año 1641 lo confirma al decir: Se gastaron 60 reales en dorar la imagen de Nuestra Señora de la Asunción, además de los 400 que se habían allegado de limosna en 1640-. Las iglesias de esta zona de Las Lomas encargaban sus obras especialmente a artistas de Burgos, Alava y La Rioja. La pintura también tenía alguna buena obra. Los documentos hablan varias veces del pintor Juan Cerezo, pintor de Burgos, por los años 1630-50. Es fácil que ese Juan Cerezo fuera familia de Mateo Cerezo, también de Burgos, que destacó en la escuela madrileña y fue discípulo de Juan Carreño de Miranda. Francisco del Val, pintor de Prádanos de Bureba, pintó el calvario encima del altar mayor. De ambos pintores se habla también en los libros de las parroquias cercanas, como quizá podamos indicar en otra ocasión. Los maestros canteros producían también obras notables en Castrillo. Por León las obras de cantería en este tiempo  de mediados del siglo XVII era casi exclusiva de los canteros de la Trasmiera. Por las Lomas se repartían el trabajo con los vascos. Generalmente se los llamaba -el vizcaíno-. María José Zaparaín, de Burgos que estudia el arte en el partido de Belorado, podrá decir y dirá más información en este sentido. La iglesia cuyo cuerpo principal era más que antiguo, necesitaba continuos reparos, hasta convertirse en nueva en el siglo XVIII. Así, en 1629, Pedro Ruiz acarrea piedra para el paredón de la iglesia. Pedro Arguiriz -el vizcaino- cobra 300 reales en 1655 por la obra de la torre. El chapitel de la torre cuesta en hojas de lata, cruz y madera, 100 reales. Más otros 100 que se dan a Pedro Arguiriz -el vizcaino- por los tapiales, por lucir la portada y remiendos de la iglesia. Se dice bien -remiendos-, pues en 1662 el señor arzobispo -don Antonio Paino- manda que se demuela la iglesia y se vuelva a hacer nueva. La hacen Pedro Arguiriz y sus oficiales por los años 1663-1670 y se hace constar al pagar -que todo vale muy caro-. La iglesia se hace de buena piedra y una prueba es que a pesar de todo, ha resistido hasta hoy en día. Los inventarios dejan ver una iglesia sencilla, pero no desequipada. En 1729 se hace notar la traída de una rótula de los Mártires de Cardeña por el canónigo de Burgos, don Juan Razola y otros detalles. En 1712 se hace el osario fuera de la iglesia con una cruz  de piedra, que se convirtió en cementerio y que quizá, más por los muertos que por los vivos existe todavía. Mozoncillo, herrero y forjador de Briviesca, hace buenas obras de cerrajería, cajonería y otros herrajes. Las campanas se traen de Tormantos (junto a Cerezo), ya en Rioja. Tienen cruz y buen pendón de damasco. En el siglo XVIII Castil mejora en todos los sentidos: tienen tres cofradías con sus correspondientes fiestas: la Cruz, el Rosario y la Virgen del Valle. En los primeros años del siglo se crea el Arca de la Misericordia para niños abandonados: se fundan capellanías y se cuidan las ermitas. En algunas visitas pastorales se les recomienda que no gasten tanto en fiestas, so pena de multas para fines religiosos. Pero la preocupación por el arte sigue notable, pues ya está más que comprobado sociológicamente que cuando el cuerpo anda abastecido, también el espíritu reclama sus derechos. En Castil de Carrias se nota durante los siglos XVII y XVIII. Algunas muestras he aducido, aunque no me puedo detener a mayor explicación. Por eso, cuando las veía disminuir, me daba mucha pena, como si me afectase directamente, y en realidad así era. Y cuando contemplé el vandalismo destructor, senti hasta rabia mezclada con lástima. 

AQUI PARECE HABER UN ERROR, EL SEÑOR ALBANO ANOTA EN SU ESCRITO EL APELLIDO ’COLADILLO’. EN CARRIAS ESTÁ EL BARRIO LLAMADO DE COLLADILLO. SUPONGO QUE SERÁ EN HONOR AL SEÑOR CURA, QUE POR ENTONCES ESTABA EN CARRIAS Y CASTIL DE CARRIAS. PERO ESTE BARRIO ES COLLADILLO (CON ELLE)

HISTORIA DE CASTIL DE CARRIAS-

Reportaje escrito por don Albano García Abad en el diario de Burgos 13-11-1988

Como comprenderán los lectores, no voy a ofrecerles en estos espacios periodísticos la historia puntual y detallada de Castil de Carrias. Pero sí quiero dar unos apuntes suficientes para demostrar que en el lugar y término de Castil de Carrias se hacía vida e historia y es una pena y hasta un cargo de conciencia relegarles a la ignorancia o al olvido. No es Castrillo el único caso, pero es uno. El nombre de Castil, y más pronunciado como se dice por allí, es decir, con acento en la a, es muy significativo. Castil es derivado de castellum, y Castrillo de castrum y castrellum. Todavía en los siglos XVIII y XIX se decía de las dos maneras.

Que los romanos pasaron, posaron y pisaron en estas tierras es historia documentada incontestable. Tanto la calzada de abajo (Cerezo, Valdalbin, Briviesca), como la de arriba (Belorado, Quintanaloranco, Castrillo, Bañuelos, Briviesca, fueron calzadas romanas. Los arroyos Valdesolas, Vegas y Bañuelos alimentaban al Pecezorios o arroyo de los peces dorados, fenómeno de que hablan escritores romanos de fines del siglo II y aquí quedó el nombre del riachuelo Pecezorios. En el término de Castil de Carrias quedan los nombres de calzadas, calzadillas, por tierras que lindan con Carrias, Bañuelos, Quintanaloranco, Belorado, Villalmóndar, etc. Cierto que durante el largo y afanoso periodo medieval las calzadas se convirtieron en carrarias y carreras, quineas, asinarias y pedestres. Y los castra y castrella en castillos, torres y otros fortines. Ese fenómeno es una de las mejores señales de historia, al tratarse de señales duras y por tanto, resistentes y más duraderas. Por aducir un hecho de la historia oficial, recordaré el que he apuntado en otras ocasiones. Me refiero al torneo celebrado en las tierras límite de Belorado, Quintana y Castil de Carrias como ensayo para las grandes fiestas que el señor de esas tierras daría a Blanca de Navarra cuando venía casarse con Enrique IV. Bastaría, si se conoce un poco la historia, con recordar nombres como Villalmóndar, Villambistía, Villalómez (Villagómez), Villanasur (Ansúrez). Quintanaloranco, Belorado, Briviesca, Cerezo y Bañuelos eran anteriores. Cierto que a pesar de crónicas y cronicones, en Castilla se perdieron muchos hechos y nombres -por falta de memoria- como se lamentaba F. Perez de Guzmán. Y hay que ir recomponiendo historia a base de huellas de piedras, caminos y desenterramiento  de vestigios de muchas clases. La historia oficial no se preocupó de Castil de Carrias. La particular comenzó a ser apuntada casi día a día desde el año 1546, apenas acabado el Concilio de Trento. Ese año comienza el Libro de Bautizados, con apuntes siempre interesantes. Más lo son en ciertos aspectos los Libros de Fábrica, de Cuentas y Apeos. Por ellos sabemos que ya en 1550 existen los toponímicos de Calzadas, Calzadillas, Carre Judes, Vallejoloranco, Valperrillo, etc. Ya entonces escribian Castil de Carrias y Castrillo. Ya en el siglo XV están establecidas en Castrillo las Cofradías de la Vera Cruz y del Rosario. Existen las ermitas de San Cristóbal y de la Virgen del Valle -que está bajo la villa, en los prados junto a la fuente-. Y por supuesto, existe la Parroquia con el título de Santa María. Los apellidos más comunes son: de la Varga, de la Herrera, Ruiz, Coladillo, Vadillo, Ortiz, etc. Con frecuencia son topónimos de por allí. Efectivamente desde muy pronto, en la edad media, la iglesia de Santa María de Castil de Carrias, con sus rentas, beneficios, etc, es Beneficio del Abad de Foncea, Dignidad de la Catedral de Burgos, aunque ya sabemos que Foncea es un lugar junto a Pancorbo, pero ya de Rioja. Eso era en lo eclesiástico. En lo civil, Castrillo era también señorío con obligaciones y derechos. Por ejemplo el año 1638 era señor de la villa don Francisco Gauna Castro Pérez -que vive en Burgos-. Desde allí escribe una carta diciendo que sabe la pobreza del Santísimo en -su villa- y hace donación de veinte reales por todos los años de su vida para alumbrarlo. Da también cien reales para el día que se dore la imagen de Nuestra Señora de la Asunción, que está puesta en el retablo, que se hizo a mi devoción. Lo firman don Francisco Gauna y el párroco don Francisco Lopez de la Varga, quien dice haberse recibido todo. Villafranca y otros lugares próximos tienen siempre preferencia sobre Castrillo y con frecuencia los sacerdotes de esos lugares son los Vicarios del Abad de Foncea. Pero Castrillo tiene su personalidad social propia, aunque la vecindad sea reducida, entre 30 y 40 vecinos. Hasta el siglo XVIII no se escribe la palabra aldea, sino siempre villa. La villa de Castrillo tiene su buena iglesia, sus ermitas de la Virgen del Valle y de San Cristóbal, sus Cofradías de La Cruz, del Rosario y de Nuestra Señora del Valle, su Arca de la Misericordia, su plaza, sus caminos de tierra y piedra, por donde va caminando la historia, que no es de relumbrón, pero sí reflejo de una vida humana como la de cualquier otra colectividad. Así por ejemplo, en 1668 el Visitador del señor arzobispo de Burgos -don Enrique de Peralta y Cárdenas- ordena que no haya bailes, ni velas, ni juegos de noche en las iglesias, en las ermitas ni en las casas, por los graves inconvenientes que de ello se siguen. Por tiempos cercanos a esos, se manda a las cofradias que no derrochen en comidas, bebidas y fiestas, con gran gasto de sardinas, higos, nueces y vinagre. En otro reportaje dejaré ver otro exponente de esa vida con el aspecto artístico en Castil de Carrias. En el siglo XVIII ya se llama aldea, aunque la economia ya se deja notar en obras. En el siglo XIX se observa cierto decaimiento y abandono. En el XX sigue las alternativas de la historia de España, hasta llegar a la despoblación en la segunda mitad del siglo. Este fenómeno es muy complejo y aunque historiadores y sociólogos tienen que constatarle, deben analizarlo. No son los periodistas los mejores analizadores de estos fenómenos y ello me ha animado a escribir estos apuntes, como una especie de reivindicación de Castil de Carrias.

Por eso me he atrevido a decir y lo repito que Castil de Carrias propiamente no ha muerto, se ha despoblado. Yo me niego a firmar su acta de defunción, pues además de otras creencias, creo en que un pueblo con historia nunca muere del todo. Y Castil de Carrias como seguiré demostrando lo tuvo.

 

CASTIL DE CARRIAS -POST MORTEM-

REPORTAJE DEL DIARIO DE BURGOS- ESCRITO POR -DON ALBANO GARCIA ABAD. Sin fecha:

Fraile Carmelita -nació en Quintanaloranco (Burgos)  21- 6- 1930, falleció en la provincia de León 28 -8 - 2006.    

Es desgracia tanto con respecto a los hombres, como a los pueblos, que no se hable ni se preocupe de ellos, sino después de muertos. Solamente L. Huidobro habló en una ocasión de Castil de Carrias, limitándose a decir que era pertenencia de la Abadia de Foncea. Es cierto ese dato, pero hay muchos más.

He dudado bastante antes de poner el título, me han rondado varios por la mente y la pluma. Me he decidido por el puesto casi por mero impacto periodístico. Porque Castil de Carrias propiamente no ha muerto, se ha despoblado. Los datos de historia sobre Castil de Carrias se los dedico con todo cariño y emoción a quienes siguen yendo desde Briviesca, Burgos y otros lugares a Castil a cultivar sus campos.

Tengo sobre la mesa, releidos, dos reportajes que se publicaron en dos periódicos nacionales. El uno, es de 27 de Abril de 1983 y se titula: Castil de Carrias, campos de soledad, ejemplo de despoblación en Castilla y León... El otro es de un año después, 17 de Abril de 1984 y se titula: << Florentino Gonzalez, el único habitante de Castil de Carrias>>. Incluso la radio dedicó a Castil un reportaje en la emisión de Encarna de noche, en la primera quincena de 1984.

Yo no voy a decir que los referidos reportajes no tuvieran la mejor intención de lamento, al hablar de un ejemplo de despoblación en Castil de Carrias, provincia de Burgos, partido de Belorado. También es cierto que en alguno de esos reportajes se nota demasiado el matiz de sensacionalismo y hasta la intención política, dos maneras de embarrar la realidad verdadera.

Lo que más me asustó y hasta abochornó fue la contemplación del espectáculo vandálico, del despojo de la iglesia de Castil de Carrias, poco después de la republicación de esos reportajes. No rebajo la expresión, -expolio vandálico- y también hay que decirlo con claridad: toda la culpa no la tienen quienes se llevaron hasta las losas de las sepulturas de la iglesia y del osario. ¡Y lloraban los de Riaño cuando el agua del pantano, llegaba al lugar de descanso de sus antepasados difuntos!  

Ya antes tenía la idea, y la estaba realizando al ritmo que mi trabajo me permitía, de dedicar algún estudio a la historía de Castil de Carrias y pueblos cercanos. Quisiera disponer de algún espacio para ello, como pequeño homenaje a Castil -post mortem- o mejor, -post depopulationem-

Cuando escribo esto, comenzado ya el mes de Octubre, el campo de Castil de Carrias o Castrillo, como decíamos nosotros, estará descansando, rasurado por una parte y en barbecho por otras. Incluso se habrán pasado ya las fiestas de Gracias, que solían ser por fechas finales de Septiembre. Eran las fiestas que se celebraban al final del verano, para expresar la alegría del fin de los sudores y la satisfacción de ver las trojes y paneras llenas de grano. -Se llamaban las fiestas de gracias-.

En Castrillo y en los pueblos vecinos se procuraba que no coincidieran todas en la misma fecha, para así participar todos de la común alegría. 

Nosotros subíamos indefectiblemente por el camino de Castil a Villafranca Montes de Oca y Burgos. Cruzábamos la Calzada de Arriba, de Belorado a Briviesca, justo en lo de Castrillo. Con eso ya queda dicho que nosotros éramos los de Quintana, Loranquillo, y quizá Cerezo de Río Tirón. A la entrada de Castrillo estaba la ermita de San Cristóbal antes de llegar a la plaza. Todavía hace dos años vi el mosaico blanco en que estaba escrito San Cristóbal con letras de color azul. La ermita ya estaba destartalada. La mayor parte de la gente iba directamente a la plaza, centro de festejos y encuentro. También se iba a las casas de los amigos, pues en Castrillo existía también el dicho, de que el día de la fiesta había comida para todos. Quien no tenía rebaño, encargaba cordero, y para postres y refrescos, no faltaban el vino y las frutas de la Rioja, de las de antes del Mercado Común. De esto sabía mucho Agustín, a quien dedico un recuerdo especial, pues se marchó sin habernos podido despedir.  

En la plaza de Castrillo, que era menos plaza que la nuestra,  por estar el pueblo en un cerro menos amplio, había fiesta de baile, música y verbena. La música solía venir de Briviesca, Belorado, Burgos, Vitoria y Logroño, y entre los bailes predominaban jotas navarras y aragonesas.  

Durante algún tiempo me pregunté por qué en ese contorno de Las Lomas -entre Cerezo y Villafranca, Briviesca y Belorado- tenían preferencia entre la gente los aires, estilos y músicas, mezcla de vasco, navarro y riojano. Ahora ya lo sé y lo veo como la cosa más lógica: hasta fines del siglo XI Villafranca Montes de Oca y aledaños eran tierras fronterizas para Castilla y Navarra.

Briviesca, Oña, Nájera, Belorado,Villafranca, Atapuerca, etc, son buenos hitos de esa historia. Precisamente en León (desde donde escribo) tenemos las puertas de San Isidoro, con el hecho del asesinato del Conde Don García, que yo mismo he tratado por aqui con el título de -bodas de sangre en San Isidoro- Me refiero a la muerte del Conde por los Vela, en mayo del año 1029 y la subsiguiente historia de la unión de León y Castilla con el navarro Fernando I y la leonesa Sancha, prometida del castellano.

Creo haber leído en algún tratadista burgalés que el nombre -carrias- es de origen vasco, como narria, zarria y otros. Por mi parte, tengo cierta opinión fundada en las palabras -castrum, castrellum, carraria, carre... -pero al no tener la noción bien descifrada, prefiero seguir buscando sobre ese punto-.

Casi sin darme cuenta me he ido metiendo en la historia de Castil de Carrias, que la tiene y lástima que haya habido que esperar a su -despoblación- para tratar de ella. Y como también en este caso vale el proverbio -más vale tarde que nunca-, pienso dedicar a Castrillo algún reportaje histórico para demostrar que pueblo con historia nunca muere. Igual Castil de Carrias: no ha muerto se ha despoblado.

NO CREO QUE LOS CASTRILLANOS HAYAMOS DADO LAS GRACIAS A ESTE BUEN SEÑOR. EN SUS ESCRITOS PUEDE VERSE LA EMOCIÓN Y CARIÑO CON QUE LO HA HECHO. ES PENA QUE YA NO PODAMOS AGRADECERLE EL GRANDÍSIMO HOMENAJE QUE HA HECHO A NUESTRO PUEBLO, SE NOTA QUE ES DE NUESTRO ENTORNO. AHORA DEBE ESTAR ALLÁ EN EL CIELO, COMENTANDO CON AGUSTÍN, TODO LO QUE A NOSOTROS NOS HA EXPLICADO Y QUE GRACIAS A ÉL HEMOS PODIDO CONOCER.

MIL GRACIAS SEÑOR ALBANO.

 

 

 

 

¿QUIÉN ARRANCÓ NUESTRAS FLORES?

¿Quién ha abierto nuestras puertas?

¿Quién arrancó nuestras flores?

¿Quién robó nuestros recuerdos

y nos dejó sinsabores?

¿Quién quiso borrar la luna?

¿Quién osó apagar el sol?

¿Quién puso puertas al campo?

¿Quién dentro, al viento encerró?

Nunca fue esclavo mi pueblo,

vive airoso en una loma,

torrente de luz y fuego

estalla al nacer la aurora.

No hay montañas que lo arropen

ni bosques que lo den sombra,

abierto a los cuatro vientos

mi pueblo radiante asoma,

y los cuatro, cual verdugos,

sin tener piedad lo azotan.

Por fuerte que sople el viento,

por mal que vayan las cosas,

aunque cien años viviera,

Castrillo, pervivirá en mi memoria.

Los pueblos deshabitados

Son pueblos tristes, los pueblos deshabitados,

dejados de la mano de Dios y de sus antiguos habitantes.

Son pueblos mudos, olvidados, medio muertos,

que muchos los visitan, pero nadie llega para quedarse.

Están completamente solos, y su pena de huérfanos,

cala en la noche sin luna,

en lo más profundo de los huesos del cementerio.

Huesos, que ni huesos son.

Con el paso de los años, se convirtieron en polvo

y con el viento,

junto con la tierra y las hojas muertas, salen al camino,

por si pasara cualquier perro vagabundo,

y en su huída, transportados a diferentes lugares,

por la magia de la primavera

volver a ser de nuevo y para siempre, tierra fértil. 

Historias de María - 36 -

ES UN PUEBLO SOLITARIO, PERO NO ESTÁ ABANDONADO. Escribió María en una de sus ’poesías’.

Aunque ahora el pueblo está solitario, antiguamente tuvo cierta importancia. Así lo recogía un antiguo escrito.

En época de Rodrigo, y tras la victoriosa campaña contra Albelda (859) fortaleza de Musá II, los asturianos se debieron hacer con el control de multitud de fortalezas de la zona: como...

Entre ellas se encontraba la de este pequeño pueblo, que sin duda debió ver muchas batallas entre moros y cristianos. Seguramente nuestro Cid anduvo por aquellos parajes.

El poeta Don José María de Heredia lo cita en su libro Les Trophées (Los Trofeos) en su poema El Triunfo del Cid. También María escribió en su cuaderno, lo que ella llama "su poesía" en honor al burgalés más insigne y también a su pequeño pueblo. Así dice en un pequeño fragmento.

Bebe tranquilo Babieca y luego descansaremos,

que en estos pueblos perdidos ninguna prisa tenemos.

Pero allá en la lejanía un castillo se divisa,

el Cid en guardia se pone por si es gente enemiga.

Da galope a su caballo, su Tizona desenvaina,

reluciente como el sol preparando la batalla.

No temas nada buen Cid, ve al castillo confiado,

que la gente que lo guarda son todos buenos cristianos.

Todos ellos buena gente, todos ellos castrillanos.

                      FINAL 

P.D. Los datos más antiguos de la iglesia están recogidos del periódico el Diario de Burgos el día 30-10-1988

                          IRENE SAEZ SAIZ. 

 

DICEN QUE LA IGNORANCIA ES MUY ATREVIDA. QUIZÁ POR ESO (O POR QUE SIGO TENIENDO ALMA DE NIÑA) SE ME HA OCURRIDO ESCRIBIR ESTA PEQUEÑA HISTORIA. NO TIENE NADA DE PARTICULAR, NI ES INTERESANTE. PERO SI ALGUIEN LA LEE Y LE GUSTA UN POQUITO, ME DARÉ POR SATISFECHA. 

QUIZÁ ALGUNA DE LAS COSAS NO SEA DEL TODO EXACTA. ESPERO QUE NO SEA IMPORTANTE.

MUCHAS GRACIAS

Historias de María -35-

Las puertas de las casas que estaban todas cerradas, fueron violentadas sus cerraduras y lo poco que había quedado fue robado en su totalidad.

Pero los vecinos no quieren perder las raíces y los lazos que les unen. Así con el nuevo siglo, comenzó una cita anual. Se reúnen el último sabado de agosto para decir una misa en la plaza bajo una carpa, ir en procesión hasta la derruída ermita, cantar la salve y dar los vivas de rigor, a sus patronos la Virgen del Valle y los Mártires de Cardeña.

Para después de un pequeño baile y tomar el vermouth con canapés, hacer una comida de hermandad, que es servida por una empresa de catering. Se remata la comida brindando con una copa de cava y se dan unos pequeños recuerdos del encuentro. Por la tarde se hacen juegos. A los ganadores se les da su premio, después se hace una buena chocolatada con bizcochos. Los niños disfrutan un montón, también para ellos hay juegos por la mañana y por la tarde y su comida es especial. Todos están encantados por no tener que llevar ese día la tortilla.

<La noche te devolverá a la soledad, querido Castrillo>. Decía María en una pequeña lectura en la misa. Así es: al anochecer ya acabada la fiesta, con la colaboración de todos, es recogida la carpa, sillas, caballetes y tableros, se cargan de nuevo en el tractor o camión, propiedad de algún antiguo vecino, en el cual han llegado. Y son devueltos a sus dueños, que los prestan para que ese día pueda celebrarse la misa y disfrutar de la pequeña fiesta. Así cada antiguo vecino, con una sensación agridulce, vuelve a su destino.

El primer año se reunieron más de ciento cincuenta personas, entre las nacidas en el pueblo y sus familiares. Muchas de ellas no se habían visto hacía más de cuarenta años. A otras muchas no se les conocía, por haberse marchado muchos años antes. Ahora la mayoría son mayores y desde entonces han muerto varias, pero ningún año ha bajado de cien personas.

 

 

Historias de María -34 -

La marcha de los vecinos coincidió con las elecciones, y como en la película, "El disputado voto del señor Cayo" este vecino fue visitado por todos los periódicos y revistas de España.

El pueblo pasó a formar parte de su partido judicial, después de resuelto un pequeño litigio, entre las dos ciudades más grandes que se lo disputaban.

Lo mejor fue, que aunque de lejos, trajeron una estupenda y cristalina agua blanda, y se hizo una hermosa fuente en el centro del pueblo.

<Es una pena que esta fuente, no la hayamos tenido mucho antes, seguramente no nos hubiéramos marchado todos> decia todo el mundo. Todos estaban encantados, aunque sólo se iba de visita, pero para el señor que vivia allí y los cazadores que iban de vez en cuando, era una gran suerte.

Al quedar tan solo el pueblo, empezaron los expolios y la iglesia fue totalmente desvalijada, llevándose el retablo con todas sus imágenes y todo lo que encontraron de valor.

En el mes de enero de 1994, los cazadores encontraron muerto, en el portal de su casa, al único vecino que quedaba. Tenía la cocina de butano encendida, con la comida al fuego. Fue una suerte que lo encontraran antes de que todo ardiera.

Desde entonces y al no haber gente que pudiera cuidarlo, se llevaron las campanas de la torre y hasta las losas del suelo de la iglesia, dejando los restos de sus difuntos al descubierto y a la vista de todo el mundo. María aficionada a la poesía, escribia en su cuaderno:

¿Sabes lo que yo pienso cuando me encuentro a solas?

que están los pobres muertos muy solos en sus fosas.

Cuando el sol en verano abrasa con sus rayos,

si hay tormenta y granizo con truenos y relámpagos.

Cuando la nieve cae, o el viento les azota,

si blanque la escarcha o la lluvia les moja.

Y... pienso que están tristes, con frío y hasta inquietos.

Ya lo decía Bécquer (G. A) ¡Dios mío, qué solos, se quedan los muertos.

 

Historias de María -33 -

Los que antaño llegaban a vender carne, pescado, fruta y verdura con un burro, ahora llevaban coches y camionetas, pero cada vez con más retraso. El panadero llegaba una vez a la semana. El pan hacía tiempo que no lo hacía nadie en el pueblo, y el horno se fue deteriorando, hasta desaparecer. 

Cada vez quedaba menos gente. Algunos niños que quedaban, habían cumplido los catorce años, y para ir a la escuela quedó sola la sobrina de María, tenía ocho años y la llevaron a estudiar a la capital de provincia.

Ya no llegaban a media docena de vecinos. Varias personas mayores habían fallecido y otras se fueron con sus hijos. La taberna ya no la alquilaba nadie y los vendedores de fuera dejaron de llegar. Todos fueron vendiendo el ganado, tanto las ovejas como las mulas. Otros vendieron las fincas. Se hizo la parcelaria agrícola y las fincas se hicieron mucho más grandes. Algunos vecinos compraron tractores, se fueron a otros pueblos o ciudades más grandes y desde alli llegaban a hacer las faenas del campo. Para recoger las cosechas empezaron a llegar cosechadoras.

Cada vez era más dificil estar allí, sobre todo para los que no tenían coche.

En el año 1975 llegó el momento en el que sólo quedó una persona. Esta persona era un señor que estaba acostumbrado a vivir en el campo, con sus dos perros, su escopeta de caza y sus gallinas, estaba soltero y no tenía ni pedía, cuentas a nadie. No sabía leer ni escribir. Sus hermanos quisieron llevarle con ellos, pero el prefirió quedarse y vivir a su aire. Le dejaron la casa de la taberna en la cual estaba el teléfono (que no lo entendía) y alguien le regaló una radio, para que no se sintiera tan solo.

Historias de Maria - 32-

María estaba sirviendo en otra provincia. Tenía pocas vacaciones, pero siempre que podía, volvía al pueblo a ver a su familia. Esta vez iba a pasar las Navidades con los suyos, y montaba toda ilusionada en el tren. Era un tren con los vagones desvencijados y sus bancos de madera. En uno de ellos se sentaba un señor mayor. María se sentó a su lado y le saludó dándole las buenas tardes. El señor correspondió a su saludo y empezaron a conversar. Le pareció un hombre muy educado y le recordaba un poco a su padre. Después de estar un rato hablando, el señor le preguntó a María. 

-¿Adónde vas?

-Voy a...

-¿Eres de allí?

-No, soy de otro pueblo más pequeño, en el que no hay tren.

-¿Cómo se llama tu pueblo?

-Es un pueblo muy pequeño, no creo que usted lo conozca.

-Yo he estado por esa zona, nunca se sabe.

-Mi pueblo se llama...

-¡Anda, yo tuve una novia en ese pueblo!

-¿Si? ¿Cómo se llamaba?

-Se llamaba...

María dió un respingo, soltó una carcajada y contestó.

-¡Pero... si es mi madre!

La carcajada en el vagón fue general, después de la sorpresa por parte de los dos, el señor volvió a preguntar. 

-¿Y cómo está tu madre?

-Pues, muy bien.

-Ya me enteré que se casó con un chico del pueblo de abajo.

Y siguieron hablando hasta que el señor se bajó del tren. Al despedirse el señor dijo: -Le das recuerdos a tu madre de parte de...

Cuando María lo contó en casa, fue una aútentica sorpresa y todos se rieron. El mundo es un pañuelo. Nunca mejor dicho.

Pasado un tiempo, María volvía a su pueblo, esta vez para casarse. Era mayo del año 1967. Fue la última boda que se celebró en su iglesia. 

 

Historias de María 31

María había cumplido sus catorce años y tenía que salir de la escuela. Pensaba que también tendría que irse del pueblo. Su otra hermana se casaría pronto y sus padres eran ya mayores para trabajar en el campo. Aunque ya no se trabajaba tanto como antes. Ahora para quitar las malas hierbas a los cereales se les echaban herbicidas, y a las patatas y otros productos del campo, también se les echaban otros ’venenos’ para matar a los escarabajos y otros insectos que se los comian.

Ya todos tenían su maquinaria para segar, para hacer la trilla se contrataban máquinas trilladoras que llegaban de fuera, aunque el acarreo de la mies, se seguia haciendo con carros y galeras.

Cuando María acabó la etapa escolar, quedaban pocos niños, pero seguia habiendo maestra. A ella le hubiera gustado seguir estudiando pero el siguiente año, siguió el mismo destino que sus amigas.

Escribía a su casa y su padre le contestaba contándole lo que pasaba en el pueblo.

<Nos han puesto el teléfono en la taberna para todos>.

<Fulano ha comprado un coche>.

<Mengano ha comprado un tractor>.

<Nos han traído una televisión para todo el pueblo y se ha hecho un teleclub en la taberna>.

Le iba dando poco a poco todas las novedades que iban llegando.

María iba poco por allí y le encantaba recibir las cartas. De vez en cuando podian hablar y escucharse por teléfono, aunque tampoco era muy fácil. Lo tenian conectado con el pueblo más cercano y cuando se llamaba a uno, podian hablar y escuchar al otro.

Había en todas las cartas siempre algo de bueno.

<Hemos comprado una cocina de butano>.

<Vas a tener otro sobrino>.

Pero había también cosas menos gratas.

<Se han marchado fulano y mengano, esto está quedándose muy solo>.

<Este año ya no tenemos maestra, a los niños los llevan con los de... en un autobús a tal pueblo>.

A más de diez kilómetros, con el consiguiente trastorno para ellos y sus familias.  

Historias de María 30

El verano estaba cercano, algunas personas que vivian fuera del pueblo, volvian para pasar unos días en su antigua casa, o donde algún familiar.

A María le dijo su amiga: -¿sabes que se llevan a la Virginia a servir?

-No sabía nada, -contestó ésta.

Jesús y la Paqui están aquí, le han buscado una casa y se van la semana que viene -contestó su amiga.

-Poco a poco tendremos que irnos todas, mira las que vamos quedando.

Es verdad, los chicos también se van, mis hermanos dicen que se irán cualquier día.

Pues vaya panorama que tenemos, ya hay un montón de casas cerradas -terminó María.

El hermano mayor de su amiga, se fue al poco tiempo y por desgracia, fallecio accidentalmente mientras se bañaba en un río.

La hermana mayor de María se había casado. De momento el nuevo matrimonio vivia en casa de María con su familia, pero su padre compró otra casa para que fueran a vivir ellos solos. Mientras la arreglaron y otras cosas pasó más de un año, y María tuvo un sobrino precioso que nació en su casa.  La gente joven se marchaba a otras ciudades. Un día su amiga le dijo que le habían buscado una casa para servir, en la ciudad en la que estaba Virginia y allí se fue con ella. A María le daba mucha pena que se hubiera ido. De vez en cuando su amiga le escribia y entre otras cosas le contaba que salia con Virginia y estaban muy bien. Más tarde sus hermanos la llevarían donde ellos estaban, y algunos años más tarde también a sus padres y hermanos más pequeños.

 

 

Historias de María 29

Aunque los vecinos normalmente se llevaban bien, en una ocasión discutieron dos de ellos llegando a las manos. Tuvo que intervenir la guardia civil y hubo un tiempo de preocupación. Gracias a Dios, pronto volvieron las aguas a su cauce.

Todavia hacía frío y varias vecinas se juntaban a coser en alguna casa, para ellas era más distraido y a la vez podían escuchar algún programa de radio, que les gustaba. Esta vez estaban en casa de María. Escuchaban un concurso de radio Madrid, al oir una voz les resultó familiar y con gran sorpresa dijo una de ellas.

-¡Habeis oido, parece la mujer de Jacinto! Siguieron escuchando y el locutor decia. 

¡Cuidado señora, cuidado con los cables!

Siguió hablando, y por las preguntas y las respuestas, ahora si estaban seguras, de que se trataba de su antigua vecina. Era una una enorme casualidad, que a la única de sus vecinas que entonces, vivia en Madrid le oyeran desde su pueblo, y a todas les hizo mucha gracia. 

Para hacer documentos importantes, asi como para ver a los médicos especialistas, hospitales y otros muchos asuntos, había que ir a la capital de provincia. Había casi 6o kilómetros y tenían dos opciones: el tren o el autobús. La estación del tren estaba a 17 kilómetros de distancia y tenían que ir en taxi o en cualquier caballeria. Lo primero resultaba un poco caro, para lo segundo, se tenía que desplazar otra persona hasta dicho medio de transporte, acompañando a la persona que viajaba y quedarse hasta que volviera. El autobús pasaba por otro pueblo más cercano, pero había que ir por un camino campo a través y que a veces estaba intransitable. La madre de María tuvo que ir por unos asuntos, y aunque en el autobús se mareaba, eligió éste, porque a ella le convenía mejor, quedando con su hermana, para que uno de sus sobrinos le fuera a buscar con el burro Vicente a la parada del autobús, ya que cuando llegaba era un poco tarde. Cuando llegó el autobús a su parada, ya estaba el chico con el burro. La madre de María que llegaba bastante mareada dijo al verles:

-¡Dios mio, bendito sea el burro!

El chaval al oir semejante exclamación se partia de risa. Por el camino ya se le pasó el mareo y llegaron a casa tan contentos. 

Historias de María 28

-La Tomasa está embarazada -decia la hermana de María.

-Pues, se va a llevar poco con el otro -decia su madre.

-Menudo trabajo -decia su otra hermana.

Ellas seguian conversando, mientras María sola, hacía los deberes.

¿Dónde está hoy tu amiga, que no ha venido contigo? -preguntó su madre a María.

-Dijo ayer que tenía que ayudar a su madre. Hoy no ha venido a la escuela -dijo María

-Claro, es que son muchos, y ella es la mayor.

-Si, además creo que viene hoy su hermano de la mili.

 -¡Que bien ya es hora, hace mucho tiempo que se marchó! -acabó la madre de María.

El día siguiente, María ya estaba en la escuela, cuando llego su amiga.

-¿Ya vino tu hermano? -preguntó María.

-Si, vino por la noche, le estuvimos todos esperando -contestó su amiga.

-Pues claro, hace mucho tiempo que no le veiais -volvió a decir María.

-Luego te cuento -acabó su amiga.

Llegó la señorita y les mandó sentar. Los pupitres eran unas mesas de madera, con dos asientos, estaban un poco inclinadas hacia estos y ellas se sentaban juntas. En la parte de arriba, tenian un agujero para poner el tintero. Escribian con las plumas llenas de tinta y a veces les caía un borrón en el cuaderno, la señorita les decía que tuvieran más cuidado, pero si la tinta les caía sobre la mesa, lo tenían que limpiar.

La mesa de la señorita era mucho más grande que las de los niños, y siempre tenía libros y cuadernos encima de ella. Cuando se iba de clase los guardaba en el armario.

Los jueves por la tarde no tenían clase y de vez en cuando, si hacía bueno lo aprovechaban para ir de 'excursión' con la señorita al Cerro de la Ermita. El cerro estaba un poco más alto que el pueblo, distaba unos tres kilómetros y se veía desde lejos. Llevaban algo de merienda y allí se iban a pasar la tarde.

El camino para ir al cerro era un camino baldío del ayuntamiento y no se sembraba por estar lleno de torcas o ’torcos’ como les llamaban en el pueblo, algunos llevaban agua en su fondo, pero la mayoría estaban secos y los niños se divertían de lo lindo, dando vueltas dentro de ellos. ¡Bonita excursión!

Los sábados después de salir de clase, las niñas mayores se quedaban en la escuela para hacer la limpieza.   

Historias de María 27

Llegado septiembre y recogida la cosecha, se hacía la fiesta de Gracias, eran dos días estupendos, sábado y domingo. El ayuntamiento contrataba a dos músicos que solían tocar el acordeón y antes de la misa hacían una ronda tocando por todo el pueblo. Los niños les seguian tan encantados como los niños del cuento "El Flautista de Hamelin". La misa era cantada por algunos hombres y en la procesión los mozos sacaban los pendones y estandartes, se llevaba la Virgen a la ermita, tocaban los músicos y los mozos tiraban cohetes. Después de la misa había baile hasta la hora de comer. Por la tarde se rezaba el rosario. Era una forma de dar gracias a Dios y a la Virgen, por la cosecha recibida. A la hora de la cena todo el pueblo tenía invitados, siempre había gente de otros pueblos vecinos, que familiares o no, llegaban a la fiesta y a nadie se le dejaba sin cenar. Después de la cena se hacía una buena verbena y todos lo pasaban en grande.

El nuevo curso ya se acercaba y la maestra ya no tardaria en llegar, con la apertura de las clases todo volvia a ser como siempre, pero este año eran unos cuantos niños menos.

La familia de María como de costumbre, estaba reunida mientras se hacía la hora de la cena, su padre estaba oyendo las noticias en la radio sus hermanas seguian con sus labores y su madre estaba hilando. Parecía mentira que, de aquella lana que "vestian" las ovejas, salieran aquellos ovillos con los que después se hacían tantas cosas.

Para sacar la lana de las ovejas se las esquilaba. El esquileo lo hacían antes de que empezara el calor, y como en otras ocasiones se juntaban los que tenían ovejas y hacian la labor todos juntos. Estos vecinos tenían una costumbre bastante curiosa: mandaban a un chaval, a la casa de un vecino, a por la piedra de afilar. El pobre chaval, bien obediente, iba a por la dichosa piedra. El tal vecino metia en un saco, una gran piedra de la calle, que el chiquillo iba arrastrando con dificultad, luego todos se reían de la broma pero todos los años caía algún inocente. 

Después de esquilada la lana se elegian los mejores vellones, para después de lavarlos bien, someterlos a una serie de procesos. Primero se carmenaba: esto era desenredarlo por si tenía algún pequeño defecto, o simiente del campo, que no se hubiera quitado con el lavado. Luego se cardaba. Las cardas eran unos cepillos grandes, con un mango y puas de acero, y frotando una con otra, la lana se deshacía y se preparaba para ser hilada.

A María le gustaba ver a su madre como cardaba la lana, hacía unos bucles estupendos (que llamaban "letas"). Después con un huso de hierro, al que hacía bailar con una gran maestria, iba enlazando un bucle tras otro, y sin hacer un solo nudo, salian unos hermosos ovillos, que ella iba haciendo de mayor o menor grosor, según para lo que se fuera a confeccionar. Luego lo convertian en madejas y lo teñian de distintos colores. Las chaquetas y jerséis que lucía María, eran confeccionados en su casa, entre su madre y sus hermanas desde el principio hasta el fin. Así como calcetines y otras muchas cosas. Con esta lana también hacian mantas y alforjas, tanto para la casa, como para los animales, pero estas las mandaban hacer fuera del pueblo.