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IreneSaez

Historias de María 28

-La Tomasa está embarazada -decia la hermana de María.

-Pues, se va a llevar poco con el otro -decia su madre.

-Menudo trabajo -decia su otra hermana.

Ellas seguian conversando, mientras María sola, hacía los deberes.

¿Dónde está hoy tu amiga, que no ha venido contigo? -preguntó su madre a María.

-Dijo ayer que tenía que ayudar a su madre. Hoy no ha venido a la escuela -dijo María

-Claro, es que son muchos, y ella es la mayor.

-Si, además creo que viene hoy su hermano de la mili.

 -¡Que bien ya es hora, hace mucho tiempo que se marchó! -acabó la madre de María.

El día siguiente, María ya estaba en la escuela, cuando llego su amiga.

-¿Ya vino tu hermano? -preguntó María.

-Si, vino por la noche, le estuvimos todos esperando -contestó su amiga.

-Pues claro, hace mucho tiempo que no le veiais -volvió a decir María.

-Luego te cuento -acabó su amiga.

Llegó la señorita y les mandó sentar. Los pupitres eran unas mesas de madera, con dos asientos, estaban un poco inclinadas hacia estos y ellas se sentaban juntas. En la parte de arriba, tenian un agujero para poner el tintero. Escribian con las plumas llenas de tinta y a veces les caía un borrón en el cuaderno, la señorita les decía que tuvieran más cuidado, pero si la tinta les caía sobre la mesa, lo tenían que limpiar.

La mesa de la señorita era mucho más grande que las de los niños, y siempre tenía libros y cuadernos encima de ella. Cuando se iba de clase los guardaba en el armario.

Los jueves por la tarde no tenían clase y de vez en cuando, si hacía bueno lo aprovechaban para ir de 'excursión' con la señorita al Cerro de la Ermita. El cerro estaba un poco más alto que el pueblo, distaba unos tres kilómetros y se veía desde lejos. Llevaban algo de merienda y allí se iban a pasar la tarde.

El camino para ir al cerro era un camino baldío del ayuntamiento y no se sembraba por estar lleno de torcas o ’torcos’ como les llamaban en el pueblo, algunos llevaban agua en su fondo, pero la mayoría estaban secos y los niños se divertían de lo lindo, dando vueltas dentro de ellos. ¡Bonita excursión!

Los sábados después de salir de clase, las niñas mayores se quedaban en la escuela para hacer la limpieza.   

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