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IreneSaez

Historias de María 29

Aunque los vecinos normalmente se llevaban bien, en una ocasión discutieron dos de ellos llegando a las manos. Tuvo que intervenir la guardia civil y hubo un tiempo de preocupación. Gracias a Dios, pronto volvieron las aguas a su cauce.

Todavia hacía frío y varias vecinas se juntaban a coser en alguna casa, para ellas era más distraido y a la vez podían escuchar algún programa de radio, que les gustaba. Esta vez estaban en casa de María. Escuchaban un concurso de radio Madrid, al oir una voz les resultó familiar y con gran sorpresa dijo una de ellas.

-¡Habeis oido, parece la mujer de Jacinto! Siguieron escuchando y el locutor decia. 

¡Cuidado señora, cuidado con los cables!

Siguió hablando, y por las preguntas y las respuestas, ahora si estaban seguras, de que se trataba de su antigua vecina. Era una una enorme casualidad, que a la única de sus vecinas que entonces, vivia en Madrid le oyeran desde su pueblo, y a todas les hizo mucha gracia. 

Para hacer documentos importantes, asi como para ver a los médicos especialistas, hospitales y otros muchos asuntos, había que ir a la capital de provincia. Había casi 6o kilómetros y tenían dos opciones: el tren o el autobús. La estación del tren estaba a 17 kilómetros de distancia y tenían que ir en taxi o en cualquier caballeria. Lo primero resultaba un poco caro, para lo segundo, se tenía que desplazar otra persona hasta dicho medio de transporte, acompañando a la persona que viajaba y quedarse hasta que volviera. El autobús pasaba por otro pueblo más cercano, pero había que ir por un camino campo a través y que a veces estaba intransitable. La madre de María tuvo que ir por unos asuntos, y aunque en el autobús se mareaba, eligió éste, porque a ella le convenía mejor, quedando con su hermana, para que uno de sus sobrinos le fuera a buscar con el burro Vicente a la parada del autobús, ya que cuando llegaba era un poco tarde. Cuando llegó el autobús a su parada, ya estaba el chico con el burro. La madre de María que llegaba bastante mareada dijo al verles:

-¡Dios mio, bendito sea el burro!

El chaval al oir semejante exclamación se partia de risa. Por el camino ya se le pasó el mareo y llegaron a casa tan contentos. 

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