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IreneSaez

Historias de Maria - 32-

María estaba sirviendo en otra provincia. Tenía pocas vacaciones, pero siempre que podía, volvía al pueblo a ver a su familia. Esta vez iba a pasar las Navidades con los suyos, y montaba toda ilusionada en el tren. Era un tren con los vagones desvencijados y sus bancos de madera. En uno de ellos se sentaba un señor mayor. María se sentó a su lado y le saludó dándole las buenas tardes. El señor correspondió a su saludo y empezaron a conversar. Le pareció un hombre muy educado y le recordaba un poco a su padre. Después de estar un rato hablando, el señor le preguntó a María. 

-¿Adónde vas?

-Voy a...

-¿Eres de allí?

-No, soy de otro pueblo más pequeño, en el que no hay tren.

-¿Cómo se llama tu pueblo?

-Es un pueblo muy pequeño, no creo que usted lo conozca.

-Yo he estado por esa zona, nunca se sabe.

-Mi pueblo se llama...

-¡Anda, yo tuve una novia en ese pueblo!

-¿Si? ¿Cómo se llamaba?

-Se llamaba...

María dió un respingo, soltó una carcajada y contestó.

-¡Pero... si es mi madre!

La carcajada en el vagón fue general, después de la sorpresa por parte de los dos, el señor volvió a preguntar. 

-¿Y cómo está tu madre?

-Pues, muy bien.

-Ya me enteré que se casó con un chico del pueblo de abajo.

Y siguieron hablando hasta que el señor se bajó del tren. Al despedirse el señor dijo: -Le das recuerdos a tu madre de parte de...

Cuando María lo contó en casa, fue una aútentica sorpresa y todos se rieron. El mundo es un pañuelo. Nunca mejor dicho.

Pasado un tiempo, María volvía a su pueblo, esta vez para casarse. Era mayo del año 1967. Fue la última boda que se celebró en su iglesia. 

 

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