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IreneSaez

Historias de María -33 -

Los que antaño llegaban a vender carne, pescado, fruta y verdura con un burro, ahora llevaban coches y camionetas, pero cada vez con más retraso. El panadero llegaba una vez a la semana. El pan hacía tiempo que no lo hacía nadie en el pueblo, y el horno se fue deteriorando, hasta desaparecer. 

Cada vez quedaba menos gente. Algunos niños que quedaban, habían cumplido los catorce años, y para ir a la escuela quedó sola la sobrina de María, tenía ocho años y la llevaron a estudiar a la capital de provincia.

Ya no llegaban a media docena de vecinos. Varias personas mayores habían fallecido y otras se fueron con sus hijos. La taberna ya no la alquilaba nadie y los vendedores de fuera dejaron de llegar. Todos fueron vendiendo el ganado, tanto las ovejas como las mulas. Otros vendieron las fincas. Se hizo la parcelaria agrícola y las fincas se hicieron mucho más grandes. Algunos vecinos compraron tractores, se fueron a otros pueblos o ciudades más grandes y desde alli llegaban a hacer las faenas del campo. Para recoger las cosechas empezaron a llegar cosechadoras.

Cada vez era más dificil estar allí, sobre todo para los que no tenían coche.

En el año 1975 llegó el momento en el que sólo quedó una persona. Esta persona era un señor que estaba acostumbrado a vivir en el campo, con sus dos perros, su escopeta de caza y sus gallinas, estaba soltero y no tenía ni pedía, cuentas a nadie. No sabía leer ni escribir. Sus hermanos quisieron llevarle con ellos, pero el prefirió quedarse y vivir a su aire. Le dejaron la casa de la taberna en la cual estaba el teléfono (que no lo entendía) y alguien le regaló una radio, para que no se sintiera tan solo.

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