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IreneSaez

Historias de María 31

María había cumplido sus catorce años y tenía que salir de la escuela. Pensaba que también tendría que irse del pueblo. Su otra hermana se casaría pronto y sus padres eran ya mayores para trabajar en el campo. Aunque ya no se trabajaba tanto como antes. Ahora para quitar las malas hierbas a los cereales se les echaban herbicidas, y a las patatas y otros productos del campo, también se les echaban otros ’venenos’ para matar a los escarabajos y otros insectos que se los comian.

Ya todos tenían su maquinaria para segar, para hacer la trilla se contrataban máquinas trilladoras que llegaban de fuera, aunque el acarreo de la mies, se seguia haciendo con carros y galeras.

Cuando María acabó la etapa escolar, quedaban pocos niños, pero seguia habiendo maestra. A ella le hubiera gustado seguir estudiando pero el siguiente año, siguió el mismo destino que sus amigas.

Escribía a su casa y su padre le contestaba contándole lo que pasaba en el pueblo.

<Nos han puesto el teléfono en la taberna para todos>.

<Fulano ha comprado un coche>.

<Mengano ha comprado un tractor>.

<Nos han traído una televisión para todo el pueblo y se ha hecho un teleclub en la taberna>.

Le iba dando poco a poco todas las novedades que iban llegando.

María iba poco por allí y le encantaba recibir las cartas. De vez en cuando podian hablar y escucharse por teléfono, aunque tampoco era muy fácil. Lo tenian conectado con el pueblo más cercano y cuando se llamaba a uno, podian hablar y escuchar al otro.

Había en todas las cartas siempre algo de bueno.

<Hemos comprado una cocina de butano>.

<Vas a tener otro sobrino>.

Pero había también cosas menos gratas.

<Se han marchado fulano y mengano, esto está quedándose muy solo>.

<Este año ya no tenemos maestra, a los niños los llevan con los de... en un autobús a tal pueblo>.

A más de diez kilómetros, con el consiguiente trastorno para ellos y sus familias.  

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