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IreneSaez

Historias de María - continuación 8

Como el pueblo estaba muy alto (876) metros, en invierno caían grandes nevadas, helaba mucho, no se quitaba la nieve en varios dias y hacía mucho frío. También había días que soplaba un fortísimo viento y casi todos los inviernos tiraba algún poste de la luz y había que pasar más de una noche con velas.

Los días que no se podía ir a trabajar al campo, los hombres se reunian en la pequeña taberna, a charlar o jugar a las cartas. Las mujeres se juntaban en casa de cualquier vecina a coser o hacer punto.

A veces también jugaban una partidita, sobre todo los domingos, que el cura decía que era pecado trabajar.               

El señor cura era un hombre muy campechano, atendía a tres pequeños pueblos, en uno de los cuales vivía. En este (que distaba unos cinco kilómetros del pueblo de María por un camino campo a través) decía misa cada domingo, a los otros dos, les tocaba cada quince días, o sea cada dos domingos o días de fiesta, a no ser que fuera Navidad o Semana Santa. Cuando hacía mal tiempo le iban a buscar con una mula. Asi estubo unos cuantos años. Después compró un coche y ya llegaba por la carretera. De esta forma, aunque el trayecto era más largo, no tenía la necesidad de que le fueran a buscar. 

En verano llegaba muy temprano a decir misa, antes de que la gente, se fuera a trabajar al campo. Cuando ya era mayor, le encontraron muerto en su gloría. (Nunca mejor dicho)

 

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