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IreneSaez

Historias de María - continuación 6

-Estamos yendo a menos, -decía la madre de María -hace pocos años había tres tabernas y practicante.

-Han dicho que el secretario está bastante mal -dijo la hermana de María.  

-Algún día tenía que llegar, ya es mayor -dijo su madre.

-Pues como se muera ya veremos a quien nos traen -dijo su padre.

-Ya sabes, a rey muerto rey puesto-, volvió a decir su madre.

-No faltará quien esté deseando venir -comentó su otra hermana.

 El secretario murió poco después y mandaron a otro de fuera, que llegaba una vez a la semana.

El pueblo mermaba y esto asustaba a los vecinos, pero lo que más temian eran los incendios. Las casas eran de piedra y muchas de ellas eran ya viejas y tenían el tejado y las vigas de madera. El hogar en la cocina, estaba casi siempre encendido, las cuadras de los animales estaban en las mismas casas, así como la paja para darles de comer a diario, y el grano que se cogia (que no era mucho) lo guardaban en trojes, en el alto o desván. En caso de incendio era muy facil que se extendiera y como el agua estaba lejos, era dificil de apagar. Si a alguien le tocaba le suponía la ruina.

María había conocido dos incendios. Para avisar a la gente, sobre todo para los que pudieran estar en el campo, tocaban las campanas. Este sonido lo llamaban ’tocar a rebato’ y no era como ninguno de los que María había escuchado otras veces. Por eso cuando había un incendio, el pueblo entero dejaba lo que estuviera haciendo y se volcaba en apagarlo, ayudando en lo que fuera necesario. Gracias a Dios no hubo desgracias en personas o animales, aunque si se quemó la paja, que tenían para los animales y las cuadras. Cuando se hablaba de ello todos decían ¡Dios quiera que no vuelva a pasar! 

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