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IreneSaez

Historias de María - continuación 4

Para planchar se usaban unas planchas de hierro, que se abrian por la parte de arriba con una manecilla. En ellas se metian las brasas de leña o carbón con las cuales se calentaban. Con la llegada de la luz, ya se usaron planchas eléctricas, con ellas era mucho más cómodo planchar y quedaba mejor la ropa.

En tiempo de sequia se juntaban varios vecinos y marchaban con un carro de mulas, lleno de garrafas y garrafones a buscar agua a otros pueblos, a varios kilómetros de distancia.

Lo mismo que se juntaban para ir a por agua, hacian para comprar el vino, sólo que aqui llevaban también, pellejos y botas de vino. Algunos llegaban al pueblo  ’cargaditos’ y con las botas de vino vacias.

En una ocasión, al volver al pueblo con el carro cargado de pellejos y garrafones llenos de vino, las mulas que no habían bebido agua en todo el día (sus amos habían bebido demasiado vino) al pasar por la fuente se fueron directamente a ella. Al coger una curva el carro volcó, se rompieron algunos garrafones, estos agujerearon los pellejos y el vino se escapaba sin remedio. -¡Bebed, bebed, que no se pierda todo! -decía uno de los que llevaba el carro. ¡Como si no tuvieran suficiente!

Menos mal que consiguieron llegar pronto a casa. La anécdota fue celebrada durante años.

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