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IreneSaez

HISTORIAS DE MARIA- 1

Desde la pequeña alcoba, oia trastear a su madre en la cocina. Su padre estaba preparando trigo para ir a sembrar el día siguiente. -Tenemos que madrugar ahora está la tierra justo en las mejores condiciones -decía su padre.

Era de noche, debían ser las nueve más o menos y María no tenía sueño. La alcoba no tenía ventana, pero la puerta daba al pasillo y frente a ella había un pequeño ventanuco por el cual entraba un poco de luz. En la calle la luna llena lucía en todo su esplendor.

María tenía dos hermanas, eran bastante más mayores que ella. No tenían hermanos y eran ellas quienes ayudaban a su padre en el campo y en todas las faenas agrícolas y ganaderas. Su madre se quedaba en casa y aunque andaba un poco pachucha, le cuidaba a ella y hacía las cosas de la casa. No obstante cuando tenian que lavar la ropa, también iban sus hermanas, ya que había que lavarlo en casa. El agua del río era muy dura y solo servia para aclarar la ropa y para que bebieran los animales.

María había nacido a mediados de los años 40. Ella no pasó las penurias de la guerra, ni las dificultades de la posguerra, no conoció lo que era la cartilla de racionamiento y que tantas veces le oía comentar a su madre. Tampoco vio poner los postes de madera del alumbrado eléctrico, ni hacer la carretera. Era muy pequeña y las dos cosas le pasaron desapercibidas. Tanto la luz, como la carretera se inauguraron a principios de los años 50 y fue un gran acontecimiento para el pueblo.

Los padres de María eran labradores, y tenían algunas pequeñas fincas, Las fincas se median por fanegas y celemines y se sembraban en su mayor parte de cereales. Para sembrar los cereales había que preparar la tierra.

Primero se araba con el arado llamado de reja, este era arrastrado por caballerias y con él se removia y se daba vuelta a la tierra ahuecándola para que le entrara el sol, el aire y la lluvia.              CONTINUARÁ  

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