A los hijos no esperados
En mi imaginación no estabas tú
acontecimiento inesperado fuiste,
llegabas sin haberte programado
y sentimientos encontrados me hicieron estar triste.
Venías anunciándome el otoño
sumiste en un mar de dudas a mi alma,
formaste parte de mi laberinto
al tomar posesión en mis entrañas.
Con los brazos abiertos recibimos
la maravilla de tu preciosa carga,
naciste chiquitito y sonrosado
y mis dudas, se cambiaron por amor y calma.
Trajiste de equipaje
la noche en tu pelo,
la miel en tus ojos,
en tu cara el cielo.
El sol y la primavera
contigo en mi casa entraban,
y mudaba mi tristeza,
por ilusión y esperanza.
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